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Custodia compartida y el SAP en el Ecuador

¿Custodia compartida?

Es un término que siempre se habla, lamentablemente no está legalizada la custodia compartida en el Ecuador, pero antes de analizar esta contrariedad, leamos un concepto de custodia compartida:

“La custodia compartida es la situación legal mediante la cual, en caso de separación matrimonial o divorcio, ambos progenitores ejercen la custodia legal de sus hijos menores de edad, en igualdad de condiciones y de derechos sobre los mismos. “ FUENTE ( WIKIPEDIA)

En el Ecuador solo existe un tipo de custodia, la custodia no compartida, esta se le da con prioridad a la madre del menor y si el padre desea la custodia, deberá de entablar una demanda de custodia, en la cual debe de justificar que el menor corre riesgo sus derechos al estar con su madre. A continuación tenemos un caso de divorcio en el cual se le entrega la custodia al padre y cuales fueron las circunstancias que se dio este hecho:

“No lo quisieron, no lo planearon y nunca esperaron llegar a este punto; Pablo y Camila vivieron una de las situaciones más difíciles de su vida, durante 10 meses tuvieron que asistir a tribunales, citas con abogados de familias y entrevistas con jueces, quienes finalmente decidirían cuál de los dos debería tener la custodia o cuidado de tenencia de su hijo Alejandro.

Su relación matrimonial duró seis años y fueron dos de noviazgo. La decisión de acabar todo, dice Camila, era porque no había compatibilidad y tenían personalidades diferentes, factores que impidieron continuar con la unión. Aunque en el momento de separarse todo estuvo en total acuerdo, existió un punto en el que no pudieron conciliar, quién tendría la custodia de Alejandro.

Y es que es común que los cónyuges divorciados no estén en acuerdo acerca de cuál de los dos debe tener la custodia de su hijo, motivo por el cual solicitan ante un juez que evalúe a quién otorgarla y los arreglos necesarios para las visitas a los pequeños.

Debido a que Pablo era el que tenía más tiempo para dedicarle diariamente a su hijo Alejandro, llevarlo a la escuela, estar pendiente de las tareas y sus necesidades personales y afectivas, el juez le otorgó el cuidado de tenencia, pues consideró que la mamá no era apta para cuidar al pequeño.

Hoy en día Camila comparte con su hijo dos fines de semanas al mes, viajar algunas semanas de sus vacaciones y en común acuerdo con su exesposo, lo visita algunas noches entre semana, además debe aportar económicamente para su manutención. “ FUENTE ( vanguardia)

¿Quién regula los derechos de los niños y adolecentes?


En nuestro país existe el Código de la Niñez y Adolescencia, que es la herramienta principal para defender sus derechos, y establecer derechos y obligaciones de los padres, en varios sucesos como lo es un divorcio. De acuerdo con el Art. 21 del Código de la Niñez y Adolescencia.- “Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a conocer a su padre y madre, a ser cuidados por ellos y a mantener relaciones afectivas permanentes, personales y regulares con ambos progenitores y demás parientes, especialmente cuando se encuentran separados por cualquier circunstancia, salvo que la convivencia o relación afecten sus derechos y garantías.

No se les privará de este derecho por falta o escasez de recursos económicos de sus progenitores. “

En la Convención Internacional de los Derechos de los Niños de la ONU, se señala que los infantes no pueden ser separados de sus padres en contra de su voluntad.

¿Qué es el Síndrome de Alienación Parental?


Lamentablemente al realizarse un divorcio existe un alejamiento de parte de uno de los progenitores, incumpliendo los derechos de los menores a compartir con sus padres.

Los papás reclaman que la ley establece que aun cuando los padres estén separados, el derecho del niño prevalece y por lo tanto, a excepción de que la relación sea perjudicial para el menor, los niños deben mantener relaciones personales y contacto directo con ambos progenitores.

Este alejamiento se da en especial de quien no tiene la custodia legal, especialmente por la Aparición del Síndrome de Alienación Parental. (SAP), término que lo denomino Richard Gardner, un psiquiatra infantil y forense de la ciudad de Nueva York quien se refirió al intento que realiza uno de los padres por impedir el acceso de los hijos al otro progenitor, poniendo obstáculos a su encuentro. Esta situación constituye un cuadro muy frecuente en aquellos casos que mantienen incidentes judiciales, sobre todo relacionados con la tenencia y en especial con el régimen de visitas.

¿Qué características tiene el Síndrome de Alienación Parental?

Es un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de los niños. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de los padres por parte del hijo, que no tiene justificación. El fenómeno resulta de la combinación del sistemático adoctrinamiento (lavado de cerebro) de uno de los padres y de las propias contribuciones del niño dirigidas a la denigración del progenitor.

Según este concepto, es un proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos mediante diferentes estrategias, con el objeto de impedir, obstaculizar o destruir el vínculo con el otro progenitor. Se lleva al hijo a odiar y rechazar a un padre que lo quiere y al cual necesita. Se establecen un pacto de lealtad y un vínculo afectivo con el alienador, que lo vuelve dependiente de sus pensamientos y razones. El término sólo es aplicable cuando el progenitor objeto de la hostilidad no ha mostrado ningún comportamiento que pudiera justificar la campaña de difamación que lo victimiza. Podríamos decir que el padre victimizado sería considerado por la mayoría de los investigadores como un padre normal, cariñoso, con mínimas digresiones de la capacidad parental.

Lo más característico del SAP es la exageración de las mínimas deficiencias y debilidades. El progenitor que está “programando” al niño provoca la destrucción del vínculo entre ambos, destrucción que, por desgracia, durará probablemente de por vida, ya que se puede producir un alejamiento durante años.

El progenitor alienador suele ser en general la madre de los niños. Es habitual que luego de la separación convivan con ella, lo que facilita su desarrollo, debido a la influencia cotidiana y sostenida que puede ejercer sobre los hijos. Sin embargo, se presentan casos de padres no convivientes con contactos frecuentes, que inducen el hostigamiento permanente, con la consiguiente pérdida de la autoridad del progenitor con el que conviven. En algunos casos las abuelas desempeñan también un papel central.

Algunas conductas características para identificar el SAP en los niños y niñas son las siguientes: se instala una campaña de injurias y desaprobación del otro padre, con pretextos triviales, poco creíbles, incluso afirmando no haber sido influenciado por nadie. Asumen la defensa del alienador, no manifiestan culpa por las injurias hacia el progenitor, generalizan el odio a la familia extendida del mismo (abuelos, tíos, primos), y suelen contar hechos que es evidente que no han vivido, la mayoría de las veces por la edad que tenían en las situaciones que refieren, por ejemplo, cuando afirman “ya de bebé me maltrataba”. En la tabla 1 se sintetizan los criterios de identificación del síndrome.



Hay también comportamientos clásicos de un padre alienador. Sólo a modo de ejemplo, mencionaré algunos: Rehusar pasar llamadas telefónicas a los hijos, no entregarles regalos, mensajes, etc. Impedir ejercer el derecho de visita, no informar sobre actividades en las que están incluidos los hijos, actos escolares, partidos deportivos, etc. Amenazar con castigar a los hijos si se atreven a llamarlo a escribirle al otro progenitor o a encontrarlo de la manera que sea. Reprochar al otro progenitor el mal comportamiento de los hijos. Tomar decisiones importantes acerca de ellos sin consultar al otro progenitor (elección de la religión, elección de la escuela). Cambiar (o intentar cambiar) sus apellidos o sus nombres. Desvalorizar e insultar al otro progenitor delante de los hijos, o a su nuevo cónyuge. En algunos casos suelen contribuir en esta campaña algunos miembros de la familia del alienador.

En la tabla 2 se reproducen porcentualmente las conductas habituales reconocidas en el progenitor alienador, relatadas por los sujetos de nuestra muestra.


¿Cuáles son los tipos de SAP?

En esta descripción podemos incluir diferentes tipos de SAP. Desde el tipo leve, con un poco de dificultades en el momento del cambio de progenitor, que desaparecen cuando el hijo está solo con el progenitor alienado. El tipo moderado, en el cual se incrementan las dificultades en el momento de la visita, y los hijos o hijas contribuyen en la campaña de denigración. A pesar de eso, aceptan irse con el progenitor alienado y, una vez separados del otro progenitor, se ponen más cooperativos. Y el tipo severo, en el que la campaña de denigración es extrema y continúa en el tiempo y en el espacio. Los hijos están en general perturbados y a menudo fanatizados. Pueden entrar en pánico con la sola idea de tener que ir de visita con el otro progenitor. La visita llega a ser imposible. Si a pesar de eso se van con el progenitor alienado pueden huir, paralizarse, o ponerse tan provocadores y destructores que se requiere que vuelvan con el otro progenitor.

 ¿Cuáles son los motivos por los cuales se desencadenan este tipo de conductas?

Éstos son variados y pueden aparecer desde el comienzo o en etapas más tardías del divorcio. Encontramos padres cegados por la rabia, porque no toleran la decisión de separarse que ha tomado el cónyuge, aunque las dificultades de la pareja sean manifiestas. La rabia también puede surgir por factores económicos, no aceptación del descenso de la calidad de vida, o el incumplimiento del pago de la cuota alimentaria. Ciertos progenitores alienadores están celosos por una nueva relación de su ex, temen ser sustituidos como padre o como madre. También el nacimiento de un nuevo hijo les hace temer que los propios resulten desplazados.

El progenitor alienador tiende a sobreproteger a sus hijos. Ve el mundo como peligroso y el otro progenitor representa una posible fuente de peligro, ya que no puede controlarlo en las visitas. La razón más invocada es el hecho de que el otro progenitor no sea capaz de ocuparse de los hijos y que éstos no se sienten bien cuando vuelven de la visita. El mensaje dirigido a los hijos es que el otro padre ya no es un miembro de la familia y que es una complicación ir a verlo. En este contexto, el menor cambio de planes de las visitas es un pretexto para anularlas.

Cuando este tipo de conducta lo lleva a cabo la mujer, habitualmente alega alcoholismo, consumo de drogas y malas compañías del padre. Otro argumento utilizado es la edad de los hijos, que durante las visitas son dejados con terceros, el incumplimiento de la cuota o el monto reducido de ésta. A veces podemos encontrarnos con una mujer resentida, deseosa de venganza frente a la traición y desprecio del marido, que no duda en sacrificar a sus hijos para dañar al otro. Wallerstein (1989) denominó esta conducta “Síndrome de Medea”.

Cuando la obstrucción la realiza el hombre, en general alega supuesta perturbación mental de la mujer, lo que pone en riesgo a sus hijos, argumentando tratamientos que ella hubiera tenido, ya sea psicológicos o farmacológicos. También alega una pretendida conducta sexual impropia de la mujer, que suele confirmar con una nueva relación de pareja. La presencia de ese hombre en el hogar aumenta el hostigamiento, ya que la ve como nociva para los hijos o hijas. Igualmente puede alegar supuesta negligencia en el cuidado de éstos, maltrato físico o psicológico. Muchas veces estamos en presencia de un hombre herido en su machismo, autoritario y violento, que no ha podido retener a la mujer a su lado (Cárdenas y Albarracín, al 2001).

Estas mujeres, en muchas ocasiones, han escapado de una violencia prolongada, y son acusadas de abandonar a sus hijos, quienes se quedan con el padre y se niegan a verla si no vuelve al hogar, lo que significa un riesgo a su integridad. Cuando los niños quedan con la madre, en casos graves, su misión es controlarla y observarla, descalificándola. No la respetan ni le obedecen, alentados por el padre.

El objetivo de estas conductas es excluir al otro progenitor de la vida de los hijos. El progenitor alienador se pone erróneamente en el papel de protector, provocando a menudo daños irreparables en el vínculo padre/madre-hijo.

El abuso invocado más a menudo es el emocional. Un progenitor acusa al otro, por ejemplo, de mandar los hijos a dormir demasiado tarde. En realidad, las diferencias de juicio moral o de opinión entre los padres son calificadas por el uno como conductas abusivas del otro.

La más grave forma de abuso que se invoca es el maltrato físico o el abuso sexual, generalmente invocado por la madre. Este es un tema delicado, ya que ha costado mucho obtener un espacio de consideración y de protección de las víctimas de tales delitos, pero me estoy refiriendo a otra circunstancia, cuando es una falsa denuncia, con el propósito de alejar definitivamente al padre de la vida de sus hijos, o a miembros de su entorno, por ejemplo abuelos, nuevo cónyuge, etc. Esto ocurre en contextos de divorcios destructivos, especialmente si los hijos son chicos y más manejables. Muchas veces las dudas de la madre son transformadas en certezas por profesionales del derecho o de la salud mental.

¿Cuales son las consecuencias del alejamiento de sus hijos o hijas en el progenitor alejado?

Las consecuencias que padecen los padres alejados de las vidas de sus hijos son múltiples y dependen del tipo de SAP. En los sujetos de la muestra de la investigación que transitaron el tipo leve aparecieron sentimientos de angustia, de desarraigo, de soledad, de frustración por no tener una familia, con algunas consecuencias físicas, como pérdida de peso e irritabilidad.

En el tipo moderado sentían rabia e impotencia, estaban obsesionados con el tema, con frecuentes sentimientos de angustia, de injusticia y soledad que los hacía caer en estados depresivos. Bajaron el rendimiento laboral o académico. Encontramos, entonces, que el estrés los impactaba físicamente, con alteraciones variadas.

En el tipo grave era característico que experimentaran depresión, una marcada angustia, crisis de llanto e ideas suicidas. Estaban obsesionados con la situación, con sentimientos de enojo e impotencia casi permanentes. Presentaban una marcada inseguridad, desorientación, insomnio, trastornos físicos crónicos, tanto gastrointestinales como cardíacos. Tenían bajo rendimiento laboral e intelectual y sufrían pesadillas. En general, se encontraban bajo atención médica y psicológica, ya que todo en sus vidas se había descontrolado.

Para un padre, descubrir que un hijo sea el origen de los ataques, injurias y denigraciones hacia él genera inicialmente una reacción de estupor. Luego de esto se presenta la rabia por enfrentarse al objetivo tan buscado por su antigua pareja, pasando finalmente a sentir la frustración cuando se asume que la lucha se ha perdido.

Muchos de los padres que se ven sujetos al daño moral, psíquico, económico y afectivo al ser privados de sus hijos, se enferman, pierden su trabajo, su equilibrio psíquico, y algunos, en su desesperación e impotencia, llegan a cometer inadmisibles actos de violencia.

¿Cuáles son las acciones que ayudan al progenitor alejado?

Otros de los aspectos investigados fueron las respuestas que le brindó la justicia a esta problemática, tanto las que resultaron positivas como las que no ayudaron.

En general, como acción efectiva que ayuda al padre alejado a mitigar las consecuencias del SAP, se destaca la contención familiar que han recibido, ya sea de su familia de origen, como de la nueva pareja; también se suma al alivio el nacimiento de un nuevo hijo. Estas relaciones son claves para bajar la intensidad del colapso afectivo en el que por momentos caen, ante la impotencia que sienten para modificar el alejamiento de sus hijos, a los que creen perdidos a veces para siempre, sumiéndolos en una pérdida ambigua (ausencia física, presencia psicológica) que hace la elaboración del duelo casi imposible.

¿Cuáles son las acciones que no ayudan al progenitor alejado?

En general, las acciones ejercidas desde la justicia son poco eficaces para ayudar a desarticular las conductas de entorpecimiento de la vinculación del progenitor alienador, salvo en los casos leves, donde las indicaciones y el peso de la ley terminan respetándose, aunque de manera irregular. En los casos graves, no hay en Argentina una modalidad enérgica y efectiva para proteger los derechos del progenitor alienado. Habitualmente, el alienador no respeta ni cumple las sentencias de los jueces y las acciones para revertirlas son lentas. Una denuncia falsa de abuso, con encarcelamiento incluido, sufrida por uno de estos padres, demoró cinco años en resolverse. Cuando los niños se niegan a visitar al progenitor no conviviente, sus deseos en general son respetados por los profesionales que intervienen en la causa. Las indagaciones y las indicaciones, por ejemplo terapéuticas, habitualmente se realizan a los niños, o a alguno de los padres, o sea, a nivel individual y no integran a la totalidad del grupo familiar, o por díadas, con lo cual las interacciones y retroalimentaciones de tales conductas no se advierten, y el fenómeno de la “alienación” difícilmente se detecta.

En todos los casos hay mantenimiento de la custodia al progenitor alienador. Los entrevistados tienen la percepción de la falta de capacitación y desconocimiento de los profesionales involucrados en la problemática, desde los abogados, peritos, asesores y jueces, hasta los psicólogos, lo que complica notablemente las consecuencias del alejamiento, ya que ante cualquier duda o denuncia lo primero que se impide es el contacto, en lugar de llevar a cabo dicho alejamiento de una manera controlada, hasta verificar las acciones denunciadas.

¿Qué hacer?

En función de nuestra experiencia y la de los sujetos que intervinieron en nuestro estudio, vamos a hacer una serie de sugerencias a los padres involucrados en un divorcio altamente conflictivo:

  1. Mantener siempre el contacto con los hijos o hijas, por breve o poco frecuente que sea el mismo.

  2. Ante los ataques de los hijos o hijas, intentar rememorar la relación establecida antes de la separación y no entrar en réplica.

  3. Evitar profecías autocumplidoras, dando argumentos que favorezcan las críticas.

  4. Ante los ataques del alienador, transformarse en un junco que se dobla por el viento y permanece recto cuando deja de soplar.

  5. Recordar siempre que los hijos son sensibles al lenguaje oral y no verbal.

  6. Cuidar los momentos de encuentros, compartir novedades, establecer compromisos, revestirse de credibilidad.

  7. Intentar conocer los gustos, creencias y sentimientos de los hijos.

  8. Tener paciencia y persistir en las acciones de contacto, afrontándolas serenamente. No forzar ninguna situación.

  9. Manejar los problemas de adultos entre adultos y no trasladarlos a los hijos.

Como conclusión, podemos decir que, muchos padres creemos que la mejor solución para que no se de este fenómeno que es muy común en nuestro país, es la existencia de una custodia compartida, en donde ambas partes tengan responsabilidad de la crianza de sus hijos, en donde a pesar de la separación de pareja, no exista una separación de sus responsabilidades como padres, una custodia que demuestre una verdadera igualdad de género.

Todas las personas tenemos derecho a ver crecer a nuestros hijos, sin depender si exista o no la unión con la mama o papa del menor, lamentablemente las leyes del país dan la custodia a solo a una de las partes, restándole varios derechos a la otra parte.

Las autoridades deberían de analizar la legalización de la custodia compartida en el país, siempre se le ve a la madre como el género más afectado en una separación y la cual debe de ser quien sea la responsable de la crianza de los niños dándoles la custodia. No se analiza el efecto producido en los papas al considerarse un género “más fuerte”.

Al legalizar la custodia compartida se evitara que los derechos de los niños y adolecentes sean incumplidos como también de los padres que demuestran ser personas que aman a sus hijos.

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